Puede que estés pensando: “menuda forma de comenzar un blog”. A lo cual te respondo: “no se me ocurre una forma mejor de ponerte en aviso desde el primer momento”.
Quizá sientas que lo que vas a leer no tiene nada que ver con el significado de la palabra Yoga o con los viajes, el ocio, etc. pero siento que es de vital importancia que exponga mi sentir desde el principio para que todos entendáis el porqué de Yoga & Landscape.
No soy bloguera, tampoco pretendo serlo, pero escribo desde que tengo uso de razón. La palabra escrita me ayuda a drenar muchos desechos de mi mente que no sé sacar de ahí de otro modo.
Si algo de lo que puedas ir leyendo aquí te sirve de ayuda, para mí el objetivo estará cumplido.
Esto no tienen nada que ver con escribir posts ni mucho menos con ser blogger.
Quizá algunos de los contenidos que vas a encontrar por aquí no sean lo más políticamente correctos que cabría esperar. En realidad, el hecho de escribir un post tras otro para conseguir un upgrade de la web y con ello una mejor visibilidad y posicionamiento y demás tecnicismos que no domino ni pretendo hacerlo, no es mi objetivo prioritario, aunque siendo realistas, en este mundo tecnológico en el que vivimos, es de vital importancia saber hacer estas cosas, por lo tanto, ¡allá vamos!.
Nací en los ochenta, concretamente ese año, por lo que me crié entre teléfonos analógicos (con cable y sin pantalla táctil), sin ordenador ni cuenta de Instagram y aunque cueste creerlo, sabíamos vivir sin tecnología y esas palabras tan degradadas que son “compromiso” y “coherencia” todavía eran importantes incluso en banalidades tales como quedar para pasar la tarde o celebrar un cumpleaños sin cancelar por mensaje en el último momento.
¿Qué quiero decir con esto? (me voy por las ramas y te pido disculpas, supongo que iré mejorando esta destreza “bloguera” con el tiempo) Que no necesitábamos tantas cosas para sentirnos bien.
Cualquiera que esté leyendo esto y sea de mi quinta entenderá de lo que hablo, quizá también algún jovenzuelo rezagado y vintage que lucha contra su condición de millennial porque sabe lo que se hace y coincide conmigo en lo que digo.
En esta era que estamos viviendo y que está llena de cambios frenéticos puedo decir que en este siglo la humanidad está experimentando una metamorfosis nunca vista, (la guinda del pastel es microscópica y tiene un nombre muy monárquico). Con la llegada de este virus, la realidad que conocíamos hasta ahora cambió. La velocidad a la que estábamos acostumbrados, de pronto frenó en seco. La vida se detuvo.
Pudimos escuchar la calma que precede a la tempestad, literalmente.
El famoso fin de semana de Marzo en el que quedó inaugurado el “estado de alarma”, volvieron a mí los recuerdos de doce años atrás cuando me diagnosticaron un cáncer linfático y mi vida, de pronto se detuvo. Siempre hablo de ello con total naturalidad y ahora más que nunca me entenderás cuando digo que la enfermedad le puede llegar a cualquiera y que no sirve de nada pronunciar ciertas palabras (como por ejemplo cáncer) con temor a ser estigmatizados o malditos por el dedo castigador del azar.
Esa enfermedad, por irónico que pueda parecer, me devolvió la vida. No fue fácil, te mentiría si te dijera lo contrario, mi mundo se puso del revés a la velocidad de la luz y el primer impulso fue correr hasta intentar desaparecer de la faz de la Tierra para no sufrir. Nadie quiere sufrir.
Aquella noche lloré hasta quedarme sin lágrimas, salió de mi toda la rabia e impotencia que no creía albergar. Y me vacié. Me quedé flotando en una especie de oscuridad que me sostenía, como un feto in útero. Flotando entre la vida que conocía hasta ese momento y la que empezaba a mis veintisiete años recién cumplidos.
No es necesario describir el proceso de los siguientes dieciocho meses.
Como puedes comprobar, (AVISO DE SPOILER), sigo viva (me encanta ironizar con estas cosas. No es humor negro ni falta de tacto, es simple diversión para conmigo misma). Doce años después puedo afirmar que el hecho de haber pasado por esa enfermedad me ha convertido en la persona que ahora mismo escribe estas líneas encerrada en una cueva del Sacromonte granadino.
No es que la enfermedad me cambiara, como se puede creer a priori y como comunmente se comenta. El cáncer hizo posible que la verdadera Estela surgiera, como el tránsito de gusano a mariposa, como un pollo que rompe el cascarón, como un neonato. De pronto sentía que me había despojado de una cantidad increíble de lastre que llevaba conmigo desde hacía muchos años atrás. Soltar todo aquello fue tan doloroso como liberador, tan liberador como incomprendido.
Mi vida pasó de ser socialmente correcta (en aquel momento lo tenía todo para conseguir la ansiada y sobrevalorada “felicidad”) a particularmente inútil.
Digamos que cuando sales de esa etapa en la que has vivido en una burbuja de realidad paralela, todo el mundo, tu entorno más cercano, el ente social, laboral, etc. supone que el anhelo por la vida anterior es superlativo, ya que todos siguen con sus frenéticas vidas durante ese tiempo. Mientras yo, en mi “nueva realidad”, (nunca mejor dicho) veía todo en slow motion y se me iba cayendo la superficialidad a chorros por la piel. Yo seguía siendo la misma, sin pelo y más flaca pero la misma. Mi trabajo en mi propia empresa, donde podía permitirme el lujo de manejar la situación a voluntad, mi casa de diseño siempre impoluta, mi pareja (que ya no lo es y al que adoro con toda mi alma), mis perros… Todo seguía aparentemente igual para todos menos para mí. De repente, dos años más tarde me sentía más fuera del tiesto que nunca (siempre fue un sentimiento recurrente). Más sola que nunca, más vacía que nunca. Sentía que la verdadera Estela, la que había resurgido de las cenizas, nunca había necesitado nada de lo que poseía, todo aquello por lo que había dado literalmente la vida era insignificante y carente de un ápice de sentido en ese momento y que todo aquello que supuestamente me hacía feliz, me había salido demasiado caro.
Así que dí el primer paso plenamente consciente en mis casi treinta años de presencia en este mundo. Y me largué. Abandoné mi vida de antes para comenzar a vivir la de verdad. Dí las explicaciones oportunas y renuncié a todas mis posesiones. Me coloqué una mano delante y otra detrás y cambié de país, de costumbres, de entorno… Me enfrenté a la incertidumbre y al miedo que suponen todos los comienzos. En aquel momento tan delicado de mi vida, donde la crisálida aún se podía percibir, sentí mis alas en la espalda.
Han pasado unos cuantos años y a día de hoy puedo decir sin miedo a equivocarme que la crisis más grave de toda mi vida desembocó en este primer post, que me sirve para presentarme y para que me conozcas a fondo desde el principio, sin caretas ni falsas expectativas.
¿Por qué te cuento esto?, porque quiero que sepas que la misión de este proyecto es el resultado de doce años de experimentación de la vida en mi persona, que ahora confluye todo lo que he vivenciado y que ahora cobra sentido. Porque quiero que cuando vengas a verme a cualquiera de las experiencias te sientas libre para expresarte y sentirte tal cual eres, con tus luces y tus sombras, con tus alegrías y tus penas, con el pecho abierto de par en par. Para que lo vivas como una experiencia transformadora y sientas al verme que si yo he podido reinventarme y llegar a vivir como realmente deseo, tú también puedes.
No es necesario transitar el dolor para llegar a un estado de paz, seguramente habrá muchas personas que de forma innata se sientan así, aunque serán muchas menos que las que sufren por salir de una vida que no se corresponde con lo que siempre anhelaron, es triste, pero es la realidad.
Por eso te decía al principio del post que en ocasiones vas a leer cosas que te hagan sentir incómodo, que quizá no quieras enfrentar. No pretendo ser juez de nadie, sólo expongo mi punto de vista y abogo por la autenticidad, por la ausencia de “relleno” y por la defensa de la esencia del ser humano por encima de todas las cosas.
La palabra “compromiso” y la palabra “coherencia” tienen un alto valor para mí. El compromiso es indispensable cuando tienes una causa, cuando de veras crees en algo y decides defenderlo. Sin compromiso es imposible llevarlo hacia adelante. La coherencia es el hilo conductor por donde todo transcurre, no puedo ser incoherente contigo porque lo sería conmigo misma y no puedo (ni quiero) separar mi parte personal de la profesional, porque tras todos estos años he llegado a la conclusión que las cosas pasan por algo y para algo. El camino es largo y tedioso, vivir no es fácil y en ocasiones necesitamos de otros para que nos ayuden de una u otra forma, aunque a priori no sepamos bien de qué manera.
Yoga & Landscape nace en un momento vital para toda la humanidad, estamos todos renaciendo y todos en mayor o menor medida habremos sacado conclusiones importantes que marcarán un antes y un después en nuestra vida. Este proyecto nace para contribuir en la medida de lo posible a una evolución personal, a la construcción de una crisálida que luego cada uno de forma individual irá tejiendo, o no.
Sin pretensiones, sin juicios, sin expectativas, sin amarras, sin nada más que las ganas de compartir contigo un ratito de eso que llamamos vida.
Te doy la bienvenida a mi mundo.
Estela.